lunes, 3 de diciembre de 2007

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Pintores de la Plaza de Armas:

“SOMOS ARTISTAS, NO COMERCIANTES”


Por María Cristina Romero

Muchos de los pintores trabajan en la plaza hace varios años. Algunos llevan cerca de 18, otros 20 y hasta 25 años allí.


La Plaza de Armas de Santiago se ha convertido en un albergue. En ocasiones cobija exposiciones, humoristas, turistas, a santiaguinos que descansan en las escasas bancas y en ésta época del año a un gigantesco árbol de navidad. Pero sus inquilinos permanentes son un grupo de pintores, que con sol o lluvia siempre están en la plaza, ya sea por costumbre o simplemente para tratar de ganarse la vida con la venta de sus creaciones.


Un día normal para estos hombres comienza a partir de las 10 de la mañana –aproximadamente-. La primera tarea consiste en instalar los puestos sobre los que desplegarán las obras que esperan vender y los lienzos y materiales que ocuparán para sus nuevos cuadros.

Después de una jornada de trabajo la mayoría de ellos se irán desolados a sus hogares por no vender ninguna de sus creaciones. Pero hay ocasiones en que si bien se realizaron algunas ventas, éstas no arrojan grandes ganancias y en el peor de los casos ni siquiera alcanzan para
cubrir la inversión efectuada.

Por si fuera poco, la mala racha no es cosa de un solo día, como afirma el retratista Igor Zenteno: “llevo cuatro días que no he hecho ni un peso, pero es muy relativo, un día puede estar bueno otro puede estar malo, hay días en los que puedo sacar 20 o 30 mil pesos y puede pasar una semana o tres días que no hago nada”. Esta situación se vuelve fatal si se considera que es la única fuente de ingresos de muchos de ellos.

Los paisajes son los temas que más se repiten, como dice Zenteno “en lo que respecta a paisaje, bueno si tú haces un tema y ese tema se vende rápido entonces es lógico que lo vas a repetir” y es por ello que en la plaza se puede encontrar gran cantidad de cuadros de éste tipo. A pesar de esto, hay una gran variedad de temas para elegir, desde el ya citado paisaje, pasando por retratos, caricaturas y uno que otro tema religioso, hasta algunas pinturas modernas se realizan con el objetivo de ofrecer una amplia gama de creaciones al público.

La calidad también varía, encontrándose obras que nada tienen que envidiarle a un cuadro de galería y otras que son bastante deficientes –la minoría–, lo que se puede deber a diferentes factores, como por ejemplo, falta de recursos, las distracciones que se suscitan en un espacio público, el poco tiempo que se dedica a la producción de las obras, o a la falta de conocimientos de los pintores, que como dice Luís Quintumán “la mayoría, por ejemplo, acá somos autodidactas”. Esto implica que no recibieron una enseñanza especializada y no poseen más conocimientos de pintura que los que han obtenido a través de los años.


UNA LUCHA CONSTANTE

El trabajar al aire libre genera que los pintores sean constantemente interrumpidos por los transeúntes, según cuenta Alex Brito: “pintar en la calle, trabajar en la calle con toda la gente alrededor, que todo el mundo te conversa algo y tu tienes que estarlos mirando a la cara, porque si no sencillamente se van porque no los estás tomando en cuenta”, dificulta en gran medida su trabajo. Del mismo modo, situaciones tan comunes como ir al baño o comer con tranquilidad se hacen bastante difíciles.

El clima también se torna un enemigo implacable. En invierno la lluvia les impide trabajar, pero a pesar de ello como afirma Brito “en el invierno estamos aquí con un toldito, con un paragüa, conversando, porque no se puede trabajar, pero es la costumbre de estar aquí, porque es nuestra vida, nuestra casa”. Durante el verano la situación es totalmente distinta, pero los amenazantes rayos de sol, sumado al ardiente cemento de la plaza, hace que su labor sea un martirio e igual de complicada que en los meses de lluvia.

Por estos días los pintores están enfrentando un nuevo problema. El actual conflicto es con la municipalidad de Santiago, la que solicita a cada pintor que cancele una patente comercial cercana a los 55 mil pesos, lo que dificulta aún más su precaria situación.

Los pintores se niegan a pagar dicha patente, principalmente porque, como dice Zenteno, “lo primero que acordamos –con la municipalidad- fue que teníamos que pagar por el uso del espacio público… yo en lo personal debo 512 mil, la persona que menos debe son como 380 mil pesos, son cuentas impagas. La municipalidad ha dado todas las facilidades para pagar, pero no pasa por ahí, sino que pasa por nuestra desacreditación como artista”.

Que la patente sea comercial indica que su trabajo no es considerado como arte, sino como un producto común y corriente. Según Brito “nos encasillaron en un cuento de una patente comercial, donde dice “comercio en la vía pública”. Lo que me duele es estar pagando por mi pensamiento, lo que voy a crear y por último la patente yo te la pago y aquí todos estamos dispuestos en pagar esa patente, pero que diga artista plástico, que te reconozca como artista”.

Para ocupar un lugar en la plaza, estos hombres participaron en un concurso realizado por la municipalidad, en el que se evaluó la calidad de sus trabajos y así se decidió quienes podrían hacer uso del espacio público y pagar un derecho por su ocupación, que correspondía a unos 16 mil pesos. De aquí surge la disconformidad de los pintores con el pago de la patente, púes no encuentran congruente que se les exija una calidad artística mínima en sus obras, pero no se les reconozca como tales.

En señal de protesta “para demostrar que nosotros somos artistas, no somos comerciantes”, dice Zenteno, los pintores de la Plaza de Armas se unieron y realizaron el cuadro del Huaso y la Bandera de Mauricio Rujendas, el mismo que en el Parque Forestal estaba en exposición y que los pintores de la plaza inauguraron el sábado 9, un día antes que la municipalidad.

Los pintores se caracterizan por ser
bastante egocéntricos, pero frente a hechos como el anterior, “cuando hay algún problema la unión es unánime, todos pensamos lo mismo, nos dirigimos al mismo pensamiento, y la idea es tratar que se solucionen los problemas”, afirma Quintumán.


CHILE, CHILE LINDO

Los artistas de la Plaza de Armas concuerdan en que para los pintores emergentes el abrirse camino es muy difícil, ya que en palabras de Brito “falta cualquier cantidad de espacios, no hay espacios y donde tú te abres un espacio siempre te van a reprimir”. En este contexto califican que el gobierno ha sido y es el gran ausente en el tema y para Quintumán la situación tendría que ser diferente, sobre todo por el caso que ellos están atravesando y por eso dice que “en este momento falta más apoyo tanto del municipio como de la ministra de Cultura, porque de ella no hemos tenido noticias. Se que hay un fondo de ayuda a la cultura, pero a nosotros por lo menos, no nos han ayudado en nada”.

Aunque un eventual apoyo gubernamental es vital, es el público quien merece la mayor consideración por parte de los pintores. Todos ellos aseguran que la recepción que el público tiene para con sus obras es muy buena o como dice Brito es “excelente, aquí en la plaza no tenemos clientela, aquí tenemos a la gente común y corriente que quiere llevarse a su casa una pintura, porque nosotros empezamos a trabajar en la plaza por ese motivo para que todo el mundo tuviera acceso a la pintura”, lo que reafirma su importancia.

Todas las personas pueden tener una opinión respecto a la pintura chilena, pero ésta es aún más significativa cuando un pintor nacional –en este caso tres- es quien entrega su visión al respecto. Todos concluyeron que en Chile la pintura es de gran calidad y las palabras de Brito reflejan a la perfección este pensar, para él la pintura “siendo chilena es excelente, hay muy buenos artistas. Toda persona para mí que sea chileno, que pinte y que de a conocer su trabajo es lo mejor”.

Pase lo que pase los pintores de la Plaza de Armas han demostrado que tratarán de estar siempre allí, para acercar el arte a los chilenos y entregarles sus creaciones, o sea, un verdadero producto nacional.




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